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Ecclesiastés – resumen

Leslie M. Grant

"Luego fijé la vista en todas las obras que habían hecho mis manos, y en todos los trabajos que yo me había afanado por efectuar; ¡y he aquí que el todo era vanidad y correr tras el viento; y no había provecho en nada debajo del sol!"

Eclesiastés 2:11 (VM)

Eclesiastés ("el predicador"), también escrito por Salomón pero en sus años más avanzados, es un contraste asombroso con Proverbios. Él expone, por inspiración de Dios, el resultado de toda sabiduría humana, de las ventajas y aspiraciones terrenales, de toda la indulgencia que la riqueza y la sabiduría podían conseguir y que podrían mostrar la promesa justa de producir la suma felicidad en la tierra. Estando él en posición de probar todo esto completamente -más sabio y más rico que cualquier otro hombre- él aprende por amarga experiencia que "el todo era vanidad y correr tras el viento."

Comentemos cuidadosamente que esto es solamente sacar ventaja de toda cosa material "debajo del sol", es decir, considerar las cosas solamente desde un punto de vista terrenal. Por lo tanto, nos enseña que, con la excepción de la revelación dada por Dios, la historia del hombre es de miseria desesperada. ¡Cuán maravilloso contraste con la presentación en el Nuevo Testamento del Señor Jesucristo, de Su revelación de la gloria de Dios, de la herencia eterna de sus santos en luz!

Este libro, entonces, no puede ser considerado enseñando doctrinas como reveladas por Dios, sino como mostrando los pensamientos y conclusiones del hombre aparte de la suprema revelación de los pensamientos de Dios.

Por lo tanto, esto sólo enfatiza más fuertemente que debemos buscar mucho más alto la plena verdad que satisfará la necesidad del corazón. Esta verdad es plenamente provista en la bendita Persona del Señor Jesús, en quien es revelada la gloria de Dios, tal como se ve de forma tan hermosa en el Nuevo Testamento. Pero Eclesiastés proporciona el mejor curso que se puede obtener en cuanto a filosofía.